Hablar de la tierra del ibérico es hablar de jamón, no solo por sus características climatológicas sino también por el amor a una tradición legendaria.
Esta tierra de tradición ibérica situada a los pies de la Sierra de Gredos, se encuentra a más de 1.000 m de altitud, rodeada de secos vientos, encinas y alcornoques centenarios.
El amor por nuestra tierra, su producto y las técnicas ancestrales heredadas de nuestros antepasados son la esencia que, junto a los más modernos sistemas de control y seguridad, nos permiten transmitir el genuino sabor de nuestro origen en cada uno de nuestros productos ibéricos.
En la incomparable naturaleza de sus bosques encontramos la base de la alimentación de nuestros cerdos ibéricos seleccionados: la bellota. El principio de todo. Sin olvidar su genuino clima con veranos cortos y calurosos e inviernos largos y fríos, uno de los secretos que permite curar los jamones de un forma especial y única.
Los productos ibéricos forman parte de nuestro patrimonio gastronómico. Están en nuestras mesas, recetas, conversaciones y, sin duda, son una de esas sanas costumbres que nunca deberíamos perder.
Un bocadillo de jamón ibérico de bellota, una tabla de embutidos ibéricos, una mesa donde compartir productos de toda la vida. Son la imagen de un instante mágico, un momento para sentarse y compartir conversaciones con un buen sabor de boca.
Son esas cosas que nos hacen tan nuestros, hábitos que han trascendido generación tras generación. Y lo han hecho porque son patrimonio de nuestra cultura.
El jamón, los embutidos y todos los derivados del cerdo ibérico forman parte de lo que aprendemos de nuestros padres, y lo que enseñamos a nuestros hijos. Un hábito de siempre para siempre.
En Estrella Castilla seguimos elaborando nuestros productos para que momentos como estos sigan ocurriendo siempre. Todo para continuar con nuestra tradición. Todo para que no se pierdan las buenas costumbres.
